martes, 3 de marzo de 2009

A ti, Madre de la Soledad

¡Madre mía de la Soledad! Ya lo tienes en tu gloria. Cuídalo bien, que no le falte de nada. Aquí deja mucho dolor pero a la vez la tranquilidad de que tendrá la mejor de la madres allí arriba. Abrígalo cuando se resfríe, ten paciencia mientras crezca y sobre todo dale mucho amor y cariño cuando se acuerde de sus padres y hermano. Seguro que será el mejor de los fichajes del equipo de fútbol del cielo. Seguro que sabrá jugar y corretear entre las nubes y que de vez en cuando mirará hacia abajo, buscando consuelo, entonces madre mía, apriétalo fuerte contra tu pecho y háblale de lo buenos que son sus padres, de lo que lo quieren, de lo bien que se lo pasaban su hermano y él jugando al fútbol, de lo que todos aquí ya lo echamos de menos.


¡Madre mía de la Soledad! Ayuda a su familia, dale consuelo. Solo tú, con tu rostro y soledad sabes explicar lo inexplicable. Díle que está contigo, que lo vas a educar como si ellos lo hicieran, que lo vas a querer y mimar. Que no le va a faltar amor, ni cariño, ni amistad, ni consuelo; que de él vas a hacer un hombre fuerte, humilde y bondadoso. Díle que a tu lado todo sobra y que Germán dormirá contigo. Solo así Madre mía de la Soledad, el dolor de su partida parecerá dolor.


Desde aquí quiero expresar mi más sentido pésamen a sus padres, hermano y familia así como hacer un llamamiento a la oración por su alma. D.E.P.


Jesús García

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